La Paradoja del Río Mataquito: Ecos de Desesperación

Era un caluroso atardecer de verano en la ribera del río Mataquito. Dionisio y Éufrates, nombres que resonaban con una mística paradójica, caminaban por el sendero de tierra apisonada, sus sombras alargándose a medida que el sol lentamente se ocultaba tras las montañas, pintando el cielo de un ominoso carmesí.
Un Silencio Abrumador
Dionisio, con su andar pesado y mirada perdida, llevaba consigo el peso de una adolescencia tortuosa. Éufrates, a su lado, era un contraste inquietante; su sonrisa cansada apenas lograba disfrazar los vestigios de sus propias batallas internas. Habían llegado al río buscando apenas algo de alivio en las aguas frescas y una fría recompensa: cervezas para enterrar los recuerdos de un día más en que la vida parecía deslizarse, ajena a ellos.
Pero el destino, en su macabra ironía, les había encontrado con los bolsillos vacíos. “Ocupa lo que tienes para conseguir lo que quieres,” decía Éufrates mientras removía en sus bolsillos un viejo encendedor de un cazador abandonado. Pero ni el destello reluciente del aparato pudo perturbar al río, que dormía en su letargo estival.
El Primer Conflicto
Desesperados, los dos amigos divisaron una tienda al otro lado del puente, reverberando con el aroma del lúpulo y la promesa de una embriaguez temporal. Sin embargo, no poseían más que las monedas del pasaje de vuelta en autobús. “Podríamos regresar mañana,” sugirió Dionisio, pero Éufrates, con una mirada que desafiaba tanto al destino como a la prudencia, propuso algo distinto.
“Podría distraer al tendero mientras tomas solo un par,” dijo con una resolución que hacía eco de su apellido. Dionisio vaciló, sopesando el dilema moral entre el deseo y el deber. Pero la entumecedora tentación de las cervezas y la habilidad de su amigo para esparcir una brillante distracción eran promesas difíciles de desestimar.
El plan fue puesto en marcha con una sincronía perturbadoramente impecable. Éufrates coqueteaba con un chismógrafo en el mostrador, mientras Dionisio, con manos temblorosas y corazón acelerado, se escabullía hacia una caja de cervezas justo detrás. Logró tomar dos botellas antes de que su conciencia clamara en rebelión. Al final, solo adquirieron hiel para enfriar sus ánimos.
El Segundo Conflicto
Ya en la rivera, Éufrates, aún insatisfecho, tuvo otra idea. “¿Y si remamos hasta la isleta, buscando en aquel antiguo bote abandonado?, seguro encontramos botellas perdidas mientras exploramos.” La idea estalló en la mente de Dionisio tan dolorosamente clara como la fría caña que deseaban, pero el término ‘explorar’ conservaba un significado temible para los de su terruño.
A medida que el crepúsculo robaba el día y la luna comenzaba a gobernar, se adentraron en el bote. Utilizaron remos maltrechos para surcar las aguas que parecían reír ante su intento patético de soberanía. El bote crujió y gemía bajo el peso de los pecados no cometidos.
Post ID: 140
Author: Quills Forge (from)
Prompt used: Escribe una historia de terror, con una mezcla de estilos entre Stephen King y Hemingway sobre Dionisio y Éufrates y como lo hicieron para conseguir dinero para comprar unas cervezas mientras visitaban el río Mataquito. La historia debe tener por lo menos dos conflictos éticamente dificiles de superar y una atmósfera de desesperanza.
AI used: OpenAI
Language: Spanish
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